Bad Bunny (DtMF, 2025) y la audacia creativa como modelo de enseñanza musical
Pensar o pretender imponer la idea de que el proceso educativo es una gestión dentro de la neutralidad ya supone una contradicción. Como responsables de una educación dialógica y democrática a veces se precisa navegar entre las bases para una educación como instrumento de integración en la lógica del conformismo con lo establecido o el conocimiento crítico como elemento liberador del pensamiento humano. Desde mi perspectiva, no sería tan importante asumir un bando u otro sino identificar conscientemente en dónde se encuentra nuestra propuesta académica y la pertinencia con la realidad de nuestros estudiantes. Sin duda, la puesta en escena de la nueva producción de Benito Antonio Martínez Ocasio alias Bad Bunny fortalece el propósito dentro del arte musical de nuestra nación simplemente por provocar el diálogo de muchos sectores que hasta este momento ocupaban el partido del letargo participativo eludiendo asumir posturas precisas sobre los asuntos complejos de nuestro país. Musicalmente la mesa está servida tanto para uno como para otros. Esta vez Bad Bunny asumió su postura política y reconocemos su aportación a nuestra cultura y hace 50 años aplaudíamos a la cantante Nidya Caro cuando ganó el Festival OTI con la canción “Hoy canto por cantar” presentando el arte sin propósito político en tiempos en donde se mencionaba el encuentro de estos dos conceptos opuestos en el ambiente musical de la época. La Nueva canción con canciones críticas y comprometidas con el cambio revolucionario y las canciones “apolíticas” que ofrecían la opción artística de inhibirse o huir de cualquier idea de cambio social alguno (McSherry, 2015). Estos son matices en donde la docencia no pude ser un mero espectador. Pensar que eventos político-culturales de este alcance no tienen un efecto en nuestras aulas sería un ejemplo de gran ingenuidad.
Pretender analizar cualquier fenómeno artístico-cultural fuera del contexto ideológico sería totalmente inaceptable. No se puede olvidar que el acto de educar es uno político. La exposición a una gran variedad de músicas suponen el mayor peso de nuestra misión como educadores musicales. No recuerdo que Puerto Rico y sus músicas hayan compartido esquemas cotidianos de tantas generaciones y confines en un mismo momento. Literalmente es un éxtasis de atención plena como nación. Por lo tanto, el análisis de la propuesta de Bad Bunny para que sea parte de nuestros contenidos musicales no puede ser reducido simplemente a la letra o a nuestros gustos como expertos. Esta es una oportunidad de hacer consiente la importancia de la música en la expresión colectiva y conocer formas de aprendizaje-enseñanza en la contemporaneidad. Este ejemplo de audacia creativa de Bad Bunny dentro de la industria musical sugiere el proceso evolutivo de la música popular como modelo de enseñanza. Algunos de los aspectos relevantes de esta propuesta son: el recate de la esencia creativa de la música popular, la elaboración grupal de una idea original, la improvisación como proyecto sonoro, nuevos lenguajes sonoros, entre otros, como herramientas de expresión afectiva; una experiencia de plenitud vibrante que no se olvide.