15 encuentro de la canción infantil latinoamericano y caribeño en suelo puertorriqueño: Reflexiones y percepciones.

La huella y las experiencias trascendentes de los hermanos países latinoamericanos vuelven a vencer el muro oceánico a través del Movimiento de la canción infantil latinoamericana y caribeña (MOCILYC) en su reciente encuentro. Un sabroso pero revelador intercambio cultural con por lo menos diez países que nos brindaron sus propuestas artístico-musicales dirigidas a las infancias en formación. Una nueva demostración de apoyo de la patria grande en aras de despertar la conciencia crítica de la sociedad puertorriqueña y su condición de isla colonizada. Fuera de estereotipos de mercado que van moldeando los discursos hacia la homogenización de sociedades ingenuas, acríticas, pasivas, simplistas y dirigidas a crear adultos obedientes e inmovibles. Quedó demostrado que se puede exponer a las infancias y sus cuidadores a propuestas de calidad artística y de profundidad en el discurso. Sin descalificar las posibilidades de sus pequeños receptores ni invisibilizar las condiciones de inequidad económica y social que les afectan. Temas como el abuso infantil, el racismo, la xenofobia y la diversidad humana también fueron parte de las letras que se cantaron dentro de los parámetros del arte musical que se merecen estos adultos en ciernes. Puntualizando las palabras de la colega y educadora peruana Luzmila Mendívil “sin idealizar la infancia como un estado exclusivamente feliz”.

Una plétora de artistas, músicos y enseñantes de Puerto Rico, Cuba y Latinoamérica protagonizaron espectáculos (presenciales y virtuales) de forma gratuita en escenarios del archipiélago puertorriqueño (incluidos Vieques y Culebra). Este junte me permitió hacer unas comparaciones que en otro contexto hubieran sido imposibles. La combinación sinérgica entre música, letra, entrega artística y reacción de la audiencia resultó ser una gran oportunidad para la reflexión crítica y autocrítica. La mirada desde cualquier edad o género humano estuvo presente en la gran mayoría de las propuestas. También el buen nivel musical e histriónico de los unipersonales o grupos fue la constante innegable. Sin embargo, aspectos como la decontextualización de los discursos, letras totalmente didactistas y conductistas (yo hago y ustedes hacen) absorbieron el tiempo disponible para la reflexión y la participación creativa durante algunas de las presentaciones. En las menos ocasiones, también se observaron intenciones solo de entretenimiento liviano, fácil y meramente de promoción para la incitación consumista eufórica. Personalmente prefiero pensar que luego de esta experiencia intercultural las propuestas de esta índole sufrirán cambios por el bien de la niñez. Incluyendo espacios para la escucha atenta, la reflexión ideológica y de lugar. Tomando la recomendación del artista, compositor, gestor cultural, pensador y gran obrero de la canción infantil Latinoamericana, el uruguayo Julio Brum” La educación musical a través de las canciones infantiles debe construir el ser como se cuida el fruto de la semilla, con paciencia, sensibilidad y el alimento necesario para formar seres humanos, no nuevos consumidores”.

Desde la mirada del contexto nacional, cito la gran educadora y amiga guatemalteca Ethel Batres Moreno en su libro “Perpectivas (2022) lo que, a mi juicio, resume el imaginario de la canción escolar e infantil en Puerto Rico” Algunas mujeres empezaron a crear canciones para niños, las cuales muchas veces cumpliendo una función didactista más que artística. Canciones para enseñar, canciones para formar hábitos, canciones religiosas, canciones para seguir instrucciones”. En agradecimiento a las autoras de canciones infantiles contextualizadas en un Puerto Rico de los siglos XIX y XX, los nuevos educadores y educadoras musicales y artistas por la música y de la canción infantil tomemos el batón en los tiempos que nos tocan y evitemos la trampa de la idealización, la ingenuidad político-social o la protección extrema de las audiencias de menor edad.

P.D. Gracias a las artistas y educadoras puertorriqueñas Marta Hernández Candelas y Nellie Lebrón Robles por tener el liderazgo y el compromiso cabal para unirnos en este esfuerzo para que este evento tomara lugar en Puerto Rico.