Bogotá, Colombia, 25 años después: un buen momento para disfrutar lo andado.

Del 2 al 6 de julio de 2019 se llevará a cabo en la ciudad de Bogotá, Colombia, el XXV seminario del FLADEM (Foro Latinoamericano de Educación Musical); una verdadera fiesta de hermandad y solidaridad entre educadores musicales latinoamericanos. Un momento donde nos reunimos para compartir saberes, pensares, sentires y la pasión por la enseñanza de la música. Para mi, esta vez tiene un gran significado pues celebro 25 años de ser parte de la mayor organización de docentes de música de nuestra región.

Recuerdo que todo comenzó en julio de 1994 en Tampa, Florida, USA en la XXI Conferencia de la Sociedad International (ISME). Asistí sin sospechar que este sería el pretexto de lo que marcaría mi carrera como educador para siempre. Ya durante el registro al evento nos tomamos con la situación de que Puerto Rico no figuraba como nación y nos habían separado unas identificaciones como estadounidenses. Tanto el Dr. Amilcar Rivera, entonces rector del Conservatorio de Música de Puerto Rico, como yo, denunciamos la incompatibilidad entre nuestra nación y nuestra ciudadanía y pudimos lucir nuestros distintivos como nacionales de Puerto Rico. En principio, fuimos testigos de conferencias dictadas por Benett Reimer, David J. Elliot, Richard Colwell y Ana Lucía Frega, entre otros. Además, conocimos varios colegas de muchas partes del planeta. En especial, conocí a la Maestra Gloria Valencia (Colombia) y a la Maestra Carmen Méndez (Costa Rica) quienes junto a la Maestra Violeta Hemsy de Gainza(Argentina) ya elucubraban en torno a formar una organización que nos representara como latinoamericanos dado el hecho de que no figuraba un cuerpo como este en ese instante. La palabra se hizo acción y en 1995 nació FLADEM en San José de Costa Rica. Durante el verano del mismo año respondí a la invitación de la Maestra Valencia y tuve el privilegio de intercambiar experiencias con los colegas que fueron parte del seminario que se llevó a cabo en Bogotá. Esta vez sí había una bandera de mi país en la mesa el día de la inauguración, un carné de identificación con mi lugar de procedencia impreso y un convite a hacer una alocución sobre el por qué Puerto Rico debía figurar entre los países miembros hasta el momento. Desde ese momento observar la geografía de mi pequeña isla en el logo del FLADEM fue una gran satisfacción. Un detalle que agradeceré mientras viva.

  Fue en esta ocasión que conocí a la Maestra Violeta Hemsy de Gainza (presidenta honoraria y cofundadora del FLADEM) quien considero mi amiga y mentora en muchos sentidos. Sus consejos sabios y su firmeza en la crítica me han guiado por senderos de emoción y de vocación. He visto crecer al FLADEM desde sus inicios hasta el momento que escribo. Primero como presidente del capítulo de Puerto Rico en sus años actividad floreciente, luego como secretario general y editor de su primera revista, después como representante de mi país y ahora como celador de una relación con la organización que espera por nuevos celadores puertorriqueños.

Mi agradecimiento es infinito por creer en mí y apoyarme como secretario general al amparo de las maestras Gloria Valencia y Carmen Méndez cuando albergaba tantas dudas en torno a estar a la altura del cargo y la cantidad inmensa de muestras de cariño internacional recibidas durante algunos años de dificultad existencial fue un acto solidario sin igual. Por FLADEM me inicie como escritor, investigador, conferenciante, tallerista, provocador de ideas, pensador y quien sabe qué más. Sin la experiencia flademiana no me hubiera sido posible estudiar la educación musical escolar en Cuba, proponer las ideas de Murray Schafer en Italia y Medio Oriente, entender y practicar las pedagogías abiertas en mi país, Estados Unidos y España, promover mi cultura en Argentina, realizar ejercicios de ecoacústica y procurar la investigación artística en Costa Rica, publicar un libro en Guatemala y enseñar a músicos ávidos de mejorar su ejecución y participación ciudadana en algunas de sus comunidades más apartadas. Tampoco habría tenido la oportunidad de dar rienda suelta a mis preocupaciones en torno a la evaluación educativa en Nicaragua, comunicar las condiciones de la educación musical puertorriqueña en Ecuador ni proponer técnicas de enseñanza asertiva en grupos de banda instrumental en México. Además de todo el conocimiento y el afecto recibido por maestros y maestras de cada uno de esos rincones de nuestra América latina. Son tantos los amigos y amigas que he adquirido durante este devenir que aventurarme a mencionarlos podría llevarme a cometer alguna exclusión imperdonable. Sin embargo, estoy seguro que mis afectos se los he transmitido en la ocasión precisa.

Definitivamente, hoy no estaría compartiendo mis conocimientos y experiencias a través de este blog sin la preparación y el compromiso que el FLADEM me inculcó para luchar por una educación musical para todos. Sin importar razas, nivel social, religión y otras formas de diferenciarnos, como dijera Kabalevsky.  Esta vez, parto a Colombia con la esperanza de ser un mejor maestro de música y compartir los conocimientos adquiridos a mi regreso.