El maestro de música en tiempo de vacaciones

Ya cuando culmina el último concierto primaveral del año, nuestras miras auguran el tiempo de descanso que merecemos por todo lo que conlleva ser un maestro de música. Es muy común que la labor musical se haya extendido por largas horas diarias durante todo el año. Clases, conciertos, ensayos, planificaciones de clases, viajes de campo, reuniones, practicar el propio instrumento, estudiar partes de instrumentos poco manejados y un largo etcétera sin un lugar de final. Sin contar la luchas laborales o sociales que nos ha tocado vivir o participar en estos tiempos tan convulsos y cambiantes. Debemos reconocer que somos seres humanos y que necesitamos establecer un nuevo círculo de acción más relajado que el exacerbo del año escolar. Es tiempo de dejar la línea de combate y permitir dar un paso hacia atrás con el objetivo de recuperar fuerzas y hacerse algunos replanteamientos de la existencia. Teniendo en cuenta que un maestro que mantiene un vínculo íntimo con su trabajo simpre presenta una actitud positiva, de liderazgo y entusiasta (Lorenzo, López y Latorre, 2016).

Ciertamente, estas características no surgen hasta cierta etapa laboral. Esta trayectoria se va configurando a través de algunos momentos como: la inducción a la carrera magisterial, la primera etapa de la evolución profesional-laboral, la etapa de construcción de la experiencia, el entusiasmo con el crecimiento profesional, momentos de frustración-o estableciendo una zona de comodidad-, y veteranos de capa caída semejantes al maestro en proceso de jubilación. Debo mencionar que estos momentos no guardan ninguna intención de orden cronológico ni aseguran la certeza de que ocurran. El propósito es resumir el devenir de la mayoría de las situaciones que se van produciendo durante la evolución profesional del docente (Lorenzo, López y Latorre, 2016). Es en ese contexto que podría ofrecer algunas recomendaciones que puedan potenciar la fuerza emocional y la energía profesional durante el tiempo estival.

Luego de respirar el aire de libertad que provee el tiempo libre podríamos comenzar por planificar viajes a países que ofrezcan gran riqueza cultural y buenos momentos de asueto.

  Los intereses pueden ser diversos; se podría optar a algún auspicio para observar otras prácticas docentes, asistir a seminarios o cursos organizados por instituciones educativas, fundaciones u organizaciones profesionales como el Foro Latinoamericano de Educación musical (FLADEM) que prepara un seminario internacional de educadores musicales todos los años desde 1995. Precisamente este verano nos reuniremos en Bogotá, Colombia del 1-4 de julio. Si no es posible viajar fuera del entorno nacional existen muchas opciones locales. A la lista de intenciones para las vacaciones podríamos añadir visitar museos y galerías, asistir a conciertos, adquirir nuevas destrezas en la tecnología digital para escribir partituras, grabar fondos musicales, preparar materiales didácticos con nuevas aplicaciones relacionadas. Si se quiere experimentar una nueva sensación con la música siempre es posible tomar clases de un nuevo instrumento musical o participar de agrupaciones musicales que se organizan para docentes. En mi país, he podido constatar que la mayoría de los docentes de música tienen la capacidad de acompañar con la guitarra y ofrecer el marco armónico necesario. Sin embargo, este no es el caso con el piano. No sería descabellado fortalecer nuestras destrezas pianísticas durante estas vacaciones. Cualquiera de las rutas emprendidas será de crecimiento profesional. Lo importante es que el nuevo año escolar cuente con un mejor recurso para compartir la música.