Optimizando las buenas prácticas de enseñanza

La foto que acompaña este escrito sin duda es un ejemplo de un esfuerzo bien intencionado. Sin embargo, podría llevar un mensaje no prescrito a los alumnos.  En concreto, el uso de la nemotécnica (sílabas y ritmos) es una práctica muy utilizada como recurso didáctico para la enseñanza de patrones rítmicos, pero, en este caso, el mensaje detrás de los materiales resulta una oda a la mala alimentación. Muy bien se pudieron cambiar por alimentos como la zanahoria para las semicorcheas, la papa para el par de corcheas y el col para la negra luego de investigar sobre vegetales recomendados por expertos en nutrición. Aparte de utilizar la clase de música para hacer promoción gratuita de una marca globalizadora que en países como Bolivia está erradicada por los efectos de la llamada comida chatarra. En materia del ritmo y su lecto-escritura, los patrones a enseñar también deben estar contextualizados. No es poco común que se prefieran las bases isorrítmicas (divisiones naturales del pulso) desde la perspectiva lógica-matemática y obviar las bases sincopadas de mucha de la música que se disfruta en países del continente africano, Suramérica o el Caribe. Es decir, pensar que los patrones rítmicos perfectamente medibles son el mejor ejemplo para un aprendiz en la decodificación de símbolos musicales escritos. Esta estrategia no necesariamente augura la comprensión de las relaciones rítmicas en un grupo determinado. Hay que recordar que no existen recetas para la enseñanza.

WhatsApp Image 2019-10-19 at 11.10.55 AM.jpeg

De la misma forma pudiéramos hacer uso de otras técnicas de enseñanza musical como la fononímia (señales de manos en el método Kodaly) sin que necesariamente se citen los códigos del método Kodaly y se creen otros que no correspondan a la dirección ascendente o descendente de los sonidos. Por ejemplo, referirse a la nota La como artículo (La tierra) y referirse a la nota Sol como el astro de luz cuando en la escala diatónica la nota Sol antecede al La. Además, si no se toma en cuenta el ámbito de las voces de los estudiantes pudiéramos entrar en controversia con su desarrollo de sus destrezas de canto.    

Por otro lado, los contenidos musicales de los cursos también pueden representar mensajes distorsionados o conflictivos si no se investigan a fondo sus procedencias y significados culturales o sociales dentro de saberes como la historia, la filosofía, la antropología o la sociología. Podríamos mencionar algunas muestras como; utilizar música de marcha en países militarmente intervenidos, iniciar actividades musicales en sentido binario cuando la música tradicional u originaria de la cultura está en sentido ternario o recurrir a ejemplos musicales con repercusiones de división en la comunidad de aprendizaje. Comparto la experiencia personal de un grupo de estudiantes de 5to grado que se negaron a cantar la canción que había escogido para una clase por razones políticas. Esta situación me sirvió de aprendizaje en mis años de inicio en la profesión docente y me acompaña hasta el presente.

Los educadores musicales no podemos presumir que la música o los productos de la música son ingenuos. Su creación, ya sea en colectivo o individual se ciñe a propósitos que pueden provocar diversidad de significados en los oyentes. No obstante, hay que tener confianza en que, en nuestro caso, la música bien escogida y las técnicas y estrategias utilizadas tendrán un efecto positivo en los dicentes. No obstante, el diálogo disidente que se provoque durante las actividades de una clase debe ser manejado con sensibilidad y ánimos de reflexión y respeto mutuo a las ideas divergentes.