Música, conflicto creativo y educación para la paz

El mundo convulso que vivimos es un buen escenario para perder la sensibilidad y la empatía con los pueblos afectados por la guerra, la pobreza o la pandemia. Por tanto, la escuela siempre debe promover la esperanza de un mejor planeta (ecológico, social y cultural) dentro del esfuerzo de cada docente por ayudar a los alumnos a construir sus sueños de futuro. Sin embargo, no siempre la educación para la paz encuentra espacios suficientes dentro de los contenidos de las materias para desarrollar verdaderas experiencias educativas que sienten las bases para una visión de una cultura socio-afectiva. No en pocas ocasiones la paz se presenta como un concepto ambiguo y general que no permite un arraigo sólido de sus fines, procesos y posibilidades dentro del propio entorno. A veces se cantan canciones o se redactan frases (queremos paz, déjennos en paz, somos un pueblo pacífico, etc.)  en favor de una paz que no se conoce como lograrla desde una gestión personal y por consiguiente menos desde la comunidad de aprendizaje que se habita. “La educación para la paz es un proceso educativo, dinámico, continuo y permanente, fundamentado en los conceptos de paz positiva y en la perspectiva creativa del conflicto”, Así la definen las autoras Alba Sanfeliu y Marina Caireta en su cuaderno; La música como instrumento de educación para la paz. Me hago eco de estos planteamientos, pero debo puntualizar concretamente en las ideas de paz positiva y conflicto creativo como conceptos que nos atañen directamente como educadores. La primera significa la salud de las relaciones humanas en sus distintos niveles y la segunda implica dar respuesta a una discrepancia de intereses y necesidades entre seres humanos de manera creativa, no-violenta y empática. Sin duda la música puede ayudar a desarrollar estas capacidades experimentando sensaciones, motivaciones y reflexiones desde la escucha y la colaboración musical. Promoviendo el valor del respeto, la cooperación y el diálogo. Sin olvidar que el conflicto es inherente a las relaciones humanas y por consiguiente es una forma de evolucionar y crecer en una sociedad extremadamente diversa. Si verdaderamente se promueve una educación transformadora no es propio eludir el conflicto en beneficio de una paz sin sentido de propósito de justicia.

Podría resultar incómodo para el docente de música, u otra materia, mantener estos espacios si existen iniciativas dentro del propio entorno escolar que, ingenua o deliberadamente, exponen a los alumnos a la cultura del más fuerte. Por ejemplo; carteles que presenten armas como rifles o pistolas, la visita a la escuela de personas ataviadas de uniforme militar de cualquier tipo (astronautas, pilotos de guerra, guardias militares, etc.), colaboraciones en ambientes de violencia concertada como bases militares terrestres, navales o aéreas, ejercicios de formación con influencia militar, etc. Felizmente y como antídoto a todo este exceso bélico, la música misma lleva implícita la empatía, la imaginación creativa y la noviolencia. Si se escogen los contenidos adecuados y las actividades relevantes nuestra aula siempre será el referente de verdadera educación para una paz positiva. Compositores como Britten, y su Réquiem de guerra, Penderecki y su Treno para las victimas de Hiroshima aportaron sus obras para la concienciación sobre la guerra, Los fuegos artificiales de Handel e Imagine de John Lennon podrían provocar reflexiones sobre la paz,  Bob Marley con su propuesta musical  Get up, stand up potenciaría diálogos sobre los derechos humanos, Miguitas de ternura de Alberto Cortez ayudarían a los niños a conocer sus derechos fundamentales, Visa para un sueño de Juan Luis Guerra tendría la posibilidad de poder aclarar conceptos sobre la inmigración y la discriminación por origen y el bosssa-nova, Desafinado del compositor Antonio Calos Jobim podría mantener un análisis sobre la diversidad humana y las riquezas que esta situación aporta. Por otro lado, la música instrumental también advierte la posibilidad de experimentar sensaciones para un ser humano con conciencia de ente de vida. Estar alerta ante la dirección de una melodía en su consecución de una progresión de acordes, la evolución del ritmo (en espacios temporales y atemporales) dentro de cualquier velocidad, entre otros elementos musicales, también son oportunidades para valorar la vida y sus cargas.